miércoles, 25 de febrero de 2009


para mi amigo slayer pc, y para mi hermano en la letra abbadon corbis


IDILIO MUERTO


cesar abraham vallejo mendoza



Qué estará haciendo esta hora
mi andina y dulce Rita de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio,
y que dormita la sangre,
como flojo cognac, dentro de mi.
Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita las ganas de vivir.
Qué será de su falda de franela; de sus afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.
Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: "¡Qué frío hay... Jesús!"
Y llorará en las tejas un pájaro salvaje.

UN PATIO


jorge luis borges


Con la tarde se cansaron los dos o tres colores del patio.

Esta noche, la luna, el claro círculo,

no domina su espacio.

Patio, cielo encauzado.

El patio es el declive

por el cual se derrama el cielo en la casa.

Serena,

la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.

Grato es vivir en la amistad oscura

de un zaguán, de una parra y de un aljibe.

Poema Hombre adentrado en el bosque
de José Watanabe


Está sentado sobre un pino caído.

Entre el balanceo de los árboles observa el espejear

de la esfera de aluminio

que corona la torre puntiaguda del Pabellón del Cáncer.

Difícil símbolola esfera.

El hombre baja la mirada.

Su alrededor es más amable:

los pétalos de la 'Cati en Llamas' parecen crepitar en el verdor

de la yerba,

un insecto que sería avista si no fuera tan azul

taladra su nido en un alerce. Y también mariposas.

No hay pájaros, tal vez el indicio de una posible tormenta.

Es el inestable tiempo de entre estaciones.

Pero ahora es el sol bajando en haces que se pierden el el humus.

Un haz no se pierde,

incide en un pequeño charco de lluvia.

El charco refulge y la raíz próxima de un pino se esfuma.

Y asimismo

y completamente

desaparece un conejo blanco que de huida salta al centro del

agua fulgurante.

Y esperándolo y no viéndolo más, el hombre pregunta:

'¿Y si la luz lo ha llevado a otro planeta

y el conejo, ya animal de otra sustancia, corre contento

sin haber padecido el rigor de trampa, cuchillo, escopeta, zorro,

enfermedad u otro modo

de la muerte?

'('Oh Señor, no es de la muerte que quiero huir sino de susterribles modos')

Ya no es amable su alrededor.

El viento del tiempo inestable desciende violento.

CUERPO DIVIDIDO


Si la mitad de mi cuerpo sonríe

La otra mitad se llena de tristeza

Y misteriosas escamas de pescado

Suceden a mis cabellos.

Sonrío y lloroSin saber si son mis brazos

O mis piernas las que lloran o sonríen

Sin saber si es mi cabeza

Mi corazón o mi glande

El que decide mi sonrisa

O mi tristeza.

Azul como los peces

Me muevo en aguas turbias o brillantes

Sin preguntarme por qué

Simplemente sollozo

Mientras sonrío y sonrío

Mientras sollozo



Poema de Jorge Eduardo Eielson


—No vive ya nadie en la casa —me dices—; todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido.
Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo. Únicamente está solo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado. Las casas nuevas están más muertas que las viejas, por que sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive únicamente de hombres, como una tumba. De aquí esa irresistible semejanza que hay entre una casa y una tumba. Sólo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por eso la primera está de pie, mientras que la segunda está tendida.
Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos. Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continúan por la casa. Las funciones y los actos se van de la casa en tren o en avión o a caballo, a pie o arrastrándose. Lo que continúa en la casa es el órgano, el agente en gerundio y en circulo. Los pasos se han ido, los besos, los perdones, los crímenes. Lo que continúa en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazón. Las negaciones y las afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado. Lo que continua en la casa, es el sujeto del acto.

César Vallejo