LA PALABRA ESCRITA. POÉTICAFUNDACIONAL
Prof. Roberto Peragallo del सोलर
Como epilogo a esta ponencia, tres casi plegarias desde nuestro habitat:
Ezra Pound:
«Gran Dios, si estamos condenados a ser sólo sueños, deja que nuestros sueños hagan temblar el mundo y que, soñando, seamos los dueños del mundo. Deja que seamos unas sombras que hagan temblar al Mundo.
Y que del mundo nos apoderemos a pesar de sabernos sombras-.
Cesar Vallejo:
«No vive ya nadie en la casa -me dices--; todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido.
Y yo te digo: cuando alguien se va, alguien queda। El punto por donde pasó un hombre, ya no está sólo. Únicamente está sólo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado. Las casa nuevas están más muerta que las viejas, porque sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive únicamente de hombres, como una tumba. De aquí esa irresistible semejanza que hay entre una casa y una tumba. Sólo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por eso la primera está de pie, mientras que la segunda está tendida॥ H.
León Felipe:
¿QUIÉN SOY YO?
He aquí una buena pregunta para hacérsela el hombre por la tarde, cuando ya está cansado y se sienta a esperar en el umbral de la noche.
Si se abriese ahora, de improviso, la puerta y alguien se adelantase a preguntarme quién soy yo, no sabría decir cómo me llamo.
En la mañana nos bautizan, al mediodía el sol ha borrado nuestro nombre y en la tarde quisiéramos bautizamos nosotros.
Salimos de aventura en la madrugada por el mundo, con un nombre que nos prenden en la solapa, como una concha en la esclavina y creemos que por este nombre van a llamarnos los Pájaros. ¡No nos llama nadie! Y cuando ya estamos rendidos de caminar y el día va a quebrarse, gritamos enloquecidos y angustiados, para no perdernos en la sombra: ¿Quién soy yo?
¡Y nadie nos responde!
Entonces miramos hacia atrás para ver lo que dicen nuestros pasos. Creemos que algo deben de haber dejado escrito en la arena nuestros pies vagabundos. Y comenzamos a descifrar y a organizar las huellas que aún no ha borrado el viento.
Es la hora en que el caminante quiere escribir sus memorias». Cuando dice:
Les contaré mi vida a los hombres para que ellos me digan quien soy.
Si es un poeta, querrá contársela también a los pájaros y a los árboles. Y un día buscará un cordoncito o un mecate para ceñir y ligar bien su «antología». Entonces dirá:
Reuniré en un manojo apretado mis mejores poemas porque tal vez así, todos juntos, sepan decir mejor lo que quieren, a dónde se dirigen... y acaso al final apunten vagamente mi nombre verdadero.
Si el poeta es un poco arquitecto y algo más orgulloso, tal vez se atreva a contarle su vida a las piedras también. Y dirá:
Construiré mi morada - mi templo y mí sepulcro - con las piedras más firmes que he tallado.
Yo no sé si soy un poco arquitecto, pero soy tan orgulloso como el hombre que quiere hacer eterna su casa y su palabra; como el hombre que, enloquecido y angustiado, se afana en bautizarse a sí mismo con un nombre por el que puedan llamarle
los pájaros,
los árboles,
las piedras...
con un nombre que no derribe el Viento».
Sea esto.
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